martes, septiembre 11, 2012

bicicletero






mi abuelo luis era bicicletero, yo no lo conocí porque murió cuando mi papá tenía 11 años. por eso, a pesar de que en mi familia hubo una bicicletería con mi apellido, recién aprendí a andar en bici a los 28 años.

en realidad aprendí dos veces. una en la infancia, como todos los chicos. me acuerdo que iba por calle muniagurria, y mi papá iba agarrando la parte de atrás para que no perdiera el equilibrio. me acuerdo de la voz fuerte e imperativa de mi papá: ¡vamo flaca, vamo flaca, vamo flaca! anduve algunos metros sin su ayuda. pero enseguida me dio miedo. no podía sacarme de la cabeza la imagen de mi hermana betina cayendo en la zanja, la rodilla ensangrentada, el diente roto. 

entonces decidí no aprender. decir que no sabía andar en bicicleta. perderme todas las bicicleteadas del día de la primavera, privarme de ir a la escuela de música con el bolsito de aguayo, las alpargatas, la bicicleta, y cuántas cosas más que no tengo ni idea, porque nunca las hice.

muchos años después cuando lo conocí a matías, me llené la boca diciendo que si tuviéramos dos bicis, aprendería para salir a pasear con él. eso me valió un regalo sorpresa para mi cumpleaños número 28, que vino acompañado de la obligación a subir a la musetta azul con purpurina y transitar por la vereda de mi casa en calle soler, hasta la esquina de brandsen, como demostración de mi felicidad y agradecimiento.

me acuerdo que matías apenas me ayudó a no perder el equilibrio agarrando la bici desde el asiento de atrás. me soltó enseguida y me dijo que si iba rápido era más fácil.